27 abril, 2024 05:42

OPINIÓN GP | JAVIER RUIZ @sevennorth | La AntiCrónica

España ganó cuando jugó bien. Nunca supimos ganar mal. En el Mundial y en las Eurocopas nadie fue mejor que nosotros. Desde que tengo recuerdos futbolísticos, siempre palmamos cuando jugamos mal y muchas veces jugando bien y compitiendo mal. Hoy, todo este mundial, hemos jugado lastimosamente mal. Todos. Desde el presidente de la federación que confundió honor con centímetros de virilidad y pensó que su hombría estaba en entredicho si aguantaba y era razonable hasta el portero con más miedo que he visto en cuarenta años de afición. Todos, también el sobresaliente que ejerce de entrenador con cara de sorpresa. Todos, desde las estrellas que se van hasta las que —sin serlo todavía— ya defraudan. Todos menos Isco: hoy fue el jugador que él siempre cree que es y dio un primer tiempo en el que sostuvo, solo, a un equipo moribundo.

De Gea no puede jugar más. Es tan obvio que el debate debería estar cerrado y Reina mentalizándose de que va a jugar el cruce, los cruces si hay milagro. Hierro debería estar buscando una buena excusa que salve la honra de De Gea —no vale decir que está muerto de miedo, eso ya lo sabemos— y le permita volver en algún amistoso a reivindicarse y seguir su carrera en Inglaterra sin traumas mayores. Reina y, si se lesionara, Kepa. Imposible que fallen tanto y den esa sensación de seguridad en el desastre que transmite De Gea. Se acabó.

Tenemos a los mejores centrales del mundo y hoy, en un tuit, alguien ponía una imagen en la que ellos dos ocupaban sesenta metros. El equipo no está trabajado o ha perdido la concentración. Normal si hemos cometido el disparate de echar al entrenador días antes del campeonato. Honra sin barcos siempre fue mal plan y plan español. En Sudáfrica discutíamos si debían jugar Xabi Alonso y Busquets. Qué cosas debatimos los aficionados vistas desde la distancia. ¿Xabi Alonso se ha retirado? ¿No podría echarnos una mano? Seguro que para cuatro partidos está. No soñemos, no está. No está Xabi, ni Xavi, Iniesta no tiene aquellos años, Villa no está, Puyol tampoco y Casillas no hace milagros. Qué grandes eran, siempre en nuestra memoria. Los superhéroes eran ellos y no los de la Marvel.

La jugada del primer gol muestra todas nuestras virtudes. Técnica exquisita, paredes, golpeo a meta. Una maravilla, uno de los mejores goles del mundial. Iniesta e Isco, ¿cuánta gasolina tiene Iniesta para jugar ahí, de interior, en un mundial? El equipo tuvo un rato bueno y languideció con el partido, como todo el campeonato, falto de fe, tal vez de ideas más allá de que Isco o Iniesta hagan magia. Marruecos jugaba su partido, contra su rival del norte. Hay algo en el norte que convierte cada pequeña batalla en algo importante para los del sur. ¿Alguna vez hemos pensado que daba igual perder contra Francia? Nos iba ganando Marruecos y estábamos clasificados por tener menos tarjetas. Triste es pasar primero dando vergüenza, siendo como aquellos otros, los italianos, que no están, pero más triste sería clasificarse para los cruces en un mundial por el número de tarjetas. No nos merecemos tanto castigo. Tampoco es eso.

EE.UU. – Brasil en el 94, empezó el partido, un amigo hizo una extraña ensalada de arroz blanco de piso de estudiante y dije que iba a acabar 1-0. El fútbol no se podía permitir otro resultado. ¿Puede el fútbol permitirse una eliminación de Rusia en octavos? ¿Será el VAR tan sensato y honesto en las eliminatorias como lo ha sido hasta ahora?

No vi a Argentina, tampoco el final de Brasil. De las grandes, me quedo con Alemania. Toda la vida yendo en contra de los alemanes para llegar a sufrir porque iban a eliminar a este equipo. Suecia tiene un —olvidado— gran palmarés en mundiales y el sábado estuvo a punto de desgraciarnos éste eliminando a la campeona y al equipo que mejor juega. Cierto es que pudo recibir siete u ocho goles, si Klose tuviera quince años menos, pero se quedaron a treinta segundos. A una falta de ese genio que no gana premios que es Kroos. Alemania engrandeció el fútbol con un alarde de valentía y generosidad, con once y con diez. Con una fe ciega en la victoria y una ética en el esfuerzo impresionante. Es un mundial, hay que darlo todo y todo es todo. Como en esas citas en las que la vida nos mide y nos cuenta qué somos y qué seremos. Alemania estuvo a punto de caer y se levantó y empujó tanto para no caer que dejó claro que, sin ser tan fuerte como en Brasil, el que quiera tocar su copa tendrá que pasar por encima de su cadáver. Qué grandes.

Inglaterra quiere pasar de puntillas. Les gustaría que no se vieran sus partidos en las islas. Juegan como los chavales que son —Kane capitán, 24 años— con un alto nivel físico y técnico y compitiendo como hacía décadas —desde Gascoigne— que no lo hacían. Si pierden contra Bélgica van por el lado fácil, el nuestro, del cuadro. Ganarán.

Los otros eran Italia, que ganaban en el último minuto jugando mal. Los otros eran Alemania, que nunca quería que ganaran y ganaban y no lo merecían o yo no era capaz de entender porqué lo merecían. Los otros eran México, que creían que podían ganar y nunca ganaban. Los otros eran Brasil, que jugaban bien y unas veces ganaban y otras perdían y luego dejaron de jugar bien y ganaron menos. Los otros, quizás, éramos nosotros que hicimos una pequeña revolución con jugadores que tenían la pelota siempre y defendían en el área contraria.

Los otros, ahora, son estos, que olvidaron lo que fuimos y no saben qué ser.

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